miércoles, 11 de junio de 2014

El color de los días (Walkie talkies)

Nena, ya lo ves, soy cada vez más mediocre y me aturden, con cierta indolencia disimulada, el color de los días y el pitido de los carros. Con cada momento que pasa me convierto un poco más en un ser que va por ahí arrastrando los pies. Nena, no soy James Dean, aquí no hay nada de Rebeldes sin causa. Intentaba, desde hace mucho, escribirte una de estas conversaciones-muy-estilo-libre pero, estaba ocupado en nada, viendo pasar los carros y la fila que hacen las hormigas, de esas anaranjadas, desde mi cubículo. Debe ser que extraño verte pasar con mi camiseta del Ché o de Jim Morrison. Verte ir de un lado a otro, saltar de la cama, semidesnuda, moviendo el trasero y escuchar tu risa revotar contra los vidrios de la ventana. Alguna vez me dijiste que la gente sola, la que decide estar sola, no tiene esos problemas. Debe ser mucho más fácil, al menos confunden sus soledades con la coherencia de sus eructos. Ahora, me cuesta concentrarme en las palabras, y la cosa es que las palabras son engañosas, crueles y a veces, no son suficientes. Entonces ocurre que las palabras se me atrancan en la nuca y quizá tú, desde tu lugar del mundo, terminarás diciéndote que te digo las cosas, de una mejor forma, cuando estamos juntos en tus sueños o desde los deseos de que hable cosas razonables. Es un lío que me acompaña desde siempre. Y tu tiempo, el que suelo malgastar en esto, se ahoga en la sed de los vasos vacíos. Debería ser más sencillo, como un simple juego con walkie talkies. Decir "cambio", descansar y poder pensar las próximas palabras, las próximas respuestas. Aunque si así fuera, tampoco me alcanzaría el tiempo. Entonces tú, desde tu lugar del mundo, aguardarías durante largos silencios por la frase adecuada y te quedaría tiempo suficiente para pensar en colgar o en apagar el aparato. Nena, este día es gris y apenas estoy pensando en escribirte una conversación-muy-a-mi-estilo-libre-que-me-deje-pasarte-un-poco-de-mi-aliento. Escribirte niña mía, para liberar un poco las agujas del reloj, para saberte cerca, al menos, en la tinta del lapicero, en el tic/tac del cursor. No hay música. No hay Regina Spektor que me adormezca. No hay un temazo de Billy Joel para la mañana. No hay luz, y eso que por aquí, la luz de la mañana, se apura en salir. Tal vez en algún momento  después, pueda escribirte algo decente.